domingo, 6 de marzo de 2016

Sentate, que te matan

La primera sensación que sientes al entrar en el Monumental de Núñez es de miedo. Ves a miles de personas saltando y gritando como poseídas, y un estadio que más que estadio parece un volcán en erupción. Ser visitante ante River Plate es más que una osadía, una cosa de locos.

Con un remezón, empieza el partido y el coloso ruge. Si quieres hablar con el compañero de a lado, debes esperar que el ruido baje un poco y gritar. Porque en el Monumental, sino gritas, nadie te escucha. Y los 'millos' gritaron el gol de Gabriel Mercado como si fuera propio de una final. 

Obviamente, para los argentinos, la necesidad de más se volvió un capricho. Pero el arco peruano se hizo imbatible. Y de pronto, Germán Pacheco lanzó el balón y, tras el piboteo de Christian Ramos, llegó el empate de Juan Aurich, y los gritos locales se hicieron silencio. 

En el palco de prensa, un peruano saltó enloquecido y lanzó un alarido de guerra. Era yo, agarrándome de la baranda y mirando al cielo, atónito.  Lo estaba gritando allí, en ese estadio que parecía infranqueable. "Sentáte, que te matan", me replicó un colega argentino. Y me percaté de los rostros embravecidos que me miraban. Sentado, seguí gritando, entonces lo supe: el miedo se había ido para siempre.



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