Ni bien entró en su apartamento, Carol supo que no estaba sola. A pesar de eso, cerró la puerta y encendió la luz de la pequeña salita. Caminó lentamente, mirando para todos lados, como si estuviera esperando que pase algo. “Si hay alguien aquí, definitivamente, querrá matarme”, pensó. Dejó su cartera en el mueble y se quedó parada en el mismo lugar. Estaba tranquila, pues si alguien querría asesinarla, lo más probable es que usara una pistola o un gran puñal, en fin, no le dolería demasiado, y en un instante estaría flotando hacia la eternidad.
Carol estaba vestida con su ropa del trabajo. Su uniforme crema, que nunca le había gustado, estaba arrugado y manchado con algo que parecía vino. Carol pensó que tal vez era el vino que le había servido su jefe una hora antes, cuando intentó seducirla. Ella no se había dejado tocar y le había quitado las manos de encima, pero durante el forcejeo el vino de su copa salpicó y le manchó la blusa. Iba a renunciar a ese trabajo, ya lo había estado pensando antes, pero ahora, después de ese penoso incidente, se había decido a hacerlo.
La chica paseó su mirada por toda la salita, fijándose en cada uno de los objetos que la rodeaban. De pronto, sus ojos se enfocaron en una foto vieja enmarcada en un cuadro lleno de polvo. En la foto se vio a ella misma, muchos años atrás, abrazando a su madre en la antigua casa de campo donde solían ir de vacaciones. Casi sin darse cuenta, Carol fue hacia el aparador donde estaba la foto y la cogió. No pudo evitar esbozar una sonrisa. Por un momento, recordó aquel paisaje hermoso que le regalaba todas las tardes el crepúsculo, y deseó con todas sus fuerzas regresar a aquel bendito lugar. Sin embargo, ahora vivía sola en esa desordenada ciudad, y se había dejado consumir por los problemas del día a día, hasta el punto de olvidar la hermosa vida que alguna vez había tenido.
Un sonido extraño, de pronto, desvió sus pensamientos y la hizo tirar el cuadro, que, al impactar con el piso, estalló y se rompió. Carol, asustada, se puso en cuclillas y trató de rescatar la foto, pero esta se había partido por la mitad, dejando a su madre y a ella en fotos diferentes. Un olor a sangre invadió su cuerpo y la hizo estremecer. Estaba nerviosa, sabía que su hora estaba cerca, pero se resistía a aceptarlo. Gateando, fue avanzando hacia la cocina, tratando de escuchar hasta el más pequeño sonido, desconfiando hasta de su misma respiración, mirando, en la penumbra, hacia todos lados. Cuando llegó a la cocina, que estaba en oscuras, fue hacia el último cajón del repostero y tanteó. Buscaba el arma de su tío, con la que tantas veces la habían amenazado, y la que una vez, ella misma, robó.
La desesperación la abordó cuando se dio cuenta que el arma no estaba. “El asesino ya la encontró”, pensó. O al menos ella creyó que lo había pensado, pues su voz había resonado en todo el departamento. Al darse cuenta de su error, se tapó la boca con las dos manos, y, no pudo evitarlo, empezó a llorar. Se puso en pie y trató de caminar. Poco a poco, fue avanzando hacia su habitación. Sus grandes sollozos retumbaban en todo el aposento, pero a Carol ya no le importaba lo más mínimo. Sabía que iba a morir, y afrontaría la muerte tal como lo había hecho su madre después de la penosa enfermedad de la que padeció, con los brazos abiertos, de frente, sin trastabillar.
No había dado ni cinco pasos cuando la vio. La asesina estaba parada frente a ella, y tenía un filudo cuchillo en su mano derecha. Carol se quedó petrificada, estática, no podía mover ni un solo músculo. El único sonido que se escuchaba era el aliento de las dos mujeres, que avizoraba un final trágico. Carol cerró sus manos hasta hacer convertirlas en puños y esperó, ansiosa. Su asesina no podía tardar tanto en atacarla, pero Carol estaba decidida a pelear.
Carol se fijó en la mirada de su asesina. Tenía los ojos saltones, ojerosos, descuidados. Se parecían mucho a los ojos de su tía Marina. “Esa perra”, pensó Carol. Odiaba a su tía Marina, la odiaba desde el momento en que le pegó por primera vez, con una vieja correa de su esposo, don Paco. Las facciones de la cara de la homicida eran una combinación perfecta de los rostros de sus tíos Paco y Marina, que habían vivido con ella desde que la hermana de Paco (madre de Carol) murió.
Con una leve sacudida, Carol evitó esos extraños pensamientos y se fijó en la persona que tenía al frente. Estaba preparada, ya no importaba nada más. Entonces la asesina del espejo avanzó rápidamente hacía su víctima y le clavó una puñalada en el vientre. Carol quiso reaccionar, quiso pegarle… arañarla, ¡algo! , pero lo único que sintió al golpear a su atacante fueron sus propias manos llenas de vidrios, cortadas, destilando sangre. La asesina volvió a embestir y clavó su puñal una y otra vez en el cuerpo de su víctima, que parecía estar ya inconsciente.
Lo último que la joven alcanzó a ver fueron las manos la asesina, colocando delicadamente el puñal en sus manos. “Así, seguramente, todos pensarán que fue un suicidio”, pensó Carol, y expiró.
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Extraño suceso conmocionó Chiclayo
Mujer mata a su jefe y luego se suicida
Una joven de 23 años de edad cuyo nombre aún se encuentra en reserva, fue encontrada muerta en su apartamento el día de ayer en horas de la mañana. Según informes de los peritos de criminalista de Chiclayo, antes de suicidarse, la susodicha habría matado a su jefe de cinco puñaladas en diferentes partes del cuerpo, luego, fue a su apartamento y se suicidó con un cuchillo.
Según fuentes confiables, el asesinato se habría producido debido a que el jefe de la fallecida la maltrataba y acosaba cada vez que podía. Además, se supo que la joven sufría de esquizofrenia, pues, según sus compañeros de trabajo, muchas veces se comportaba de manera inusual. “A veces entrábamos en su oficina y la encontrábamos hablando sola, pero cuando nos veía se avergonzaba”, contó una de las trabajadoras de la empresa donde laboraba la joven.
Lo que aún no se terminan de responder los agentes de la Divincri es el por qué la joven se mató tan inesperadamente, sin embargo, presumen que se debió a la enfermedad que padecía. Se espera que con la llegada de sus tíos de Cajamarca, que al parecer son los únicos familiares que tenía la joven, se esclarezca este penoso suceso.
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